CICLOVIAJE: (3°parte) Villa O’Higgins – Punta Arenas (ruta R9 Magallanes, Chile).

Luego de haber completado una de las rutas más lindas del mundo para hacer cicloturismo, me refiere a la Carretera Austral, ahora me dirijo hacia la patagonia desértica argentina, la cual me llenará de varias experiencias significativas y un tanto de sobrevivencia. Esta sería mi primera vez saliendo a lado argentino, por un paso extremo que muy pocos se atreven a cruzar.

Villa O’Higgins – Lago del Desierto: Me desperté muy temprano, más temprano que los demás compañeros/as que estaban en el camping El Pionero, tenía que llegar a las 08:00 am a tomar la primera barcaza, la cual me dejaría en la localidad de Calendario Mancilla, Región de Aysén. Límite con Argentina. Había llovido la noche anterior así que eché la carpa toda mojada, no quedaba otra. Pesa el doble así pero nada que hacer, es parte del plan maestro.

Los pasajes se compran en Villa O’Higgins, hay dos lugares que lo venden al mismo precio: Las Ruedas y Robinson Crusoe, centros turísticos. En ellos se compran pasajes para las dos embarcaciones, la primera de Villa O’Higgins a Calendario Mancilla 36.000 pesos aprox. y la segunda 20.000 pesos también chilenos.
En la foto subiendo las bicis con alforja y todo a la barcaza. Este destino es muy requerido por los turistas europeos. Les encanta lo rustico y el camino de calamina.
Despidiéndome de Puerto Bahamondes. Nos esperaban unas 2 hrs de viaje hasta el otro extremo de esta ruta que cruzaba el lago O’Higgins.
Aquí con care poto cruzando por el lago O’Higgins. Luego de la foto me eché en los asientos que están en el interior de la barcaza para dormir un rato pero claro, tenía la compañía de los amigos cicloturistas alemanes que había conocido más al norte: Yula y Carlos. Los cuales me hablan sobre sus expectativas en El Chaltén y que hacían montañismo igual, que eso harían.
Una vez embarcamos en Calendario Mancilla, busqué el punto más alto para poder apreciar ese color de agua entre esmeralda lechoso. Es impresionante lo lindo que es este lugar donde no hay más que un par de casa (o había, no sé como estará ahora), un negocio muy pequeño pero con lo necesario para llegar a El Chaltén y claro, el retén de Carabibuenos, los cuales hablan 3 idiomas: ingles, francés y algo de portugués, claro, más el español shileno. Afuera del retén, hay un estacionamiento para bicicletas. Lorea.
Saliendo de Calendario Mancillo por un camino de ripio, los cuales son unos 15 kms de arrastre con la bicicleta, luego se vienen los otros 7 kms del lado argentino…
No saqué tanta foto pero si grabé, andaba en esa volá de grabar todo. Dejo el link: https://www.youtube.com/watch?v=HTPFrEwPgEg. En el link anterior se encuentra el cruce completo de los 22 kms arrastrando la bici.
Saliendo de los senderos con barro, hoyos, surcos y luego de cruzar varios canales… llegaba a la Laguna del Desierto, Argentina.
Después estar detenido un rato en esta buena vista a la laguna, comencé a bajar hasta llegar a gendarmería del país vecino, donde hice le trámite fronterizo para luego buscar un lugar donde tirar la carpa (que venía empapada).
En la foto, de fondo se ve el Fitz Roy. Esplendida vista.
Comentar que luego de armar la carpa, nos reunimos varios bici aventureros a compartir, era el único chileno, los demás todos europeos y norteamericanos. Con un ingles primitivo me hacia entender y ellos con un español muy básico misma cosa, bueno, para eso está el lenguaje de señas. También traté de pescar algo pero no picó ni un mísero pez.

Laguna del Desierto – El Chaltén: La otra barcaza nos pasaría a buscar a todos a las 11:00 am para cruzarnos hasta la punta sur de la laguna. Así que todos desde temprano estaban haciendo lo suyo: ir al baño, desayunar y ordenar el campamento.

Una de las mejores vistas que tuve en esa ruta, un despertar así… que mejor.

El trayecto por agua hasta la punta sur de la laguna fue espectacular, nos rodeaban muy glaciares, bosque de lengas y ñirres, aves y por su puesto, el viento implacable que poco dejaba asomarse para sacar un foto o grabar, lo que era en mi caso. Ya en el otro extremo, todos los pedaleros que bajamos, quedamos en encontrarnos en un bar de El Chaltén (no recuerdo el nombre). Así entonces, cada cual partió a su ritmo, unos salieron rajaos, tenían que llegar a ver el hospedaje, otros más lentos sacando fotos y grabando y en mi caso, subí a un montículo para grabar la laguna desde ese lugar.

Me pasó la peor talla, recordé que no había cambiado pesos argentinos por lo que tenía que buscar un lugar que me pagaran bien el peso chileno. En ningún lado se dió esto, de hecho, cambié algo así como 25 mil pesos y me fuí pa atrás, no compraba nada con ese dinero. Había cambiado en un hotel. Claro, recordar que en ese momento el peso argentino estaba devaluado por un tema político-económico.
Luego de pedir wifi en el mismo hotel, vi en la app Overlander que había una Casa para Ciclistas: El Charito. Partí al lugar y al entrar me recibió muy amable Flor, quien era la administradora del espacio. Un mujer de la cual podría escribir mucho pero solo la defino como: aguerrida. También estaba Pedro, su compañero, el cual en ese momento estaba revisando muy frustrado unas bicicletas que estaban en el patio.
Podría estar relatando muchos episodios que viví en El Chaltén, de hecho, me quedé una semana y media trabajando en la Casa Ciclista.
De lo anterior, fue cuando vi a Pedro algo complicado con las bicicletas, le pregunté que qué pasaba con eso, me contó que tuvo a un francés que lo dejó «con el trabajo a medias», haciendo referencia a arreglos de bicicletas. Fue entonces que le mencioné mis conocimientos de mecánica de bicicletas y que si podía ayudarlo me dejaba pasar el día y la noche ahí. Como observó que sabía lo que hacía me ofreció «carne, birra y alojamiento por el tiempo que quisiera pero que tenía que reparar bicicletas». Muy enojado acepté (ironía).
En la foto Pedro, yo y Flor.
Aquí centrando una rueda y lo prometido: mucha birra.
Río de las Vueltas, en el primer intento en subir el Fitz Roy. No tuve mucha suerte en esta oportunidad, se puso a llover casi llegando así que preferí bajar para realizarlo en otro momento.
El Chaltén visto desde un cerro.
¡Y por fin! Laguna de los Tres y el Fitz Roy. Es como el hermano gemelo de las Torres del Paine, Chile.

El Chaltén – «Luz Divina»: Luego de un tiempo en El Chaltén, debía continuar, sabía que si me quedaba pegado se me «echaría la yegua» y eso no podía pasar, soy muy inquieto como para estar en un solo lugar. Conocí mucha gente y compartimos bastante, en especial con un español quien nos acompañaríamos unos días más adelante.

Fue entonces que me despedí de Pedro y Flor, no querían que me fuera pero comprendieron, les dejé varias bicis paradas si. Agregar que conocí también a un ciclista de la vieja escuela que tenía taller y organizaba campeonatos en Río Grande, por allá por Tierra del Fuego, Argentina, quien me convidó su contacto (eso está redactado en la parte que sigue a esta ruta).

Salí a eso de las 15:00 hrs, luego de almorzar polenta, partí rumbo a la intersección con la RN40 zona de Santa Cruz. Llevaba un viendo de lado pasable, me permitía pedalear. Al cabo de un rato, conecto con la RN40, y el viento esta vez lo tenía a favor, así que aproveché que me llevará lo más posible hasta encontrar un lugar donde pasar la noche en aquel desierto patagónico.

Por el camino me acompañaron muchos guanacos, era primera vez que los veía, entonces iba como niño mirando como saltaba las cercas cada vez que pasaba. Son Muy asustadizos.

Es así como seguí rumbo a «Luz Divina», un lugar que otros pedaleros me habían recomendado para pasar la noche, eran varias kilómetros pero con Dios soplándome en la espalda era posible. Por ahí paré también a grabar (todos esos registros en mi canal de Youtube).

Luego de 134 kms de pedaleo llegué por fin a «Luz Divina». El nombre de este lugar tiene que ver por una parte porque es el único refugio del viento en kilómetros y también porque esta edificación habría sido una iglesia.
Por aquí me quedé a pasar la noche, donde compartí con más pedaleros viajantes. Compartimos tragos y comida. Weno.

«Luz Divina» – El Calafate: Al otro día emprendí el rumbo, destino: El Calafate. Iba por ese glaciar, el Perito Moreno. Por ello, traté (digo traté porque me costó) de salir temprano pero mi cuerpo pedía descansar, le hice caso, una hora más de sueño, total, no tenía que armar la carpa, estaba bajo techo.

De este tramo recuerdo que el viento no me dió tregua, si el día anterior Dios con su soplo me había ayudado, ahora me impedía pedalear. De hecho, eran tan fuertes las ráfagas de viento que tuve que esconderme muchas veces en los túneles de desagüe y/o canales de agua. No me permitía avanzar, llevaba alrededor de 60 kms pero me quedaban 40 y algo aún. En un momento, cuando declinó un poco el vendaval, salí a la ruta otra vez, pero nuevamente volvió el viento. Fue ahí donde paró delante mío un cambión de esos tolva. Bajo el chofer y me dijo: «che vos estás loco, en la radio dijeron que hay vientos de casi 80 km/h». Fue así como junto al hombre echamos las bicicletas arriba y partimos.

Ya en la cabina del camión, me dió mate y unos chocolates que tenía. Solo recuerdo que era oriundo de la ciudad de Mendoza, Argentina. Muy amable el hombre. Al cabo de un rato, vi al español, estaba en las mismas condiciones, así que paramos y lo ayudamos a subir al cambión.

Y así fue que llegamos a El Calafate junto al amigo español, no recuerdo su nombre, y nos dirigimos al camping El Ovejero. El camping tenía un valor de 3.000 pesos chilenos, algo así como 700 pesos argentinos. Pagamos 3 días de una con tal de asegurar el sitio. El camping contaba con internet, baños, duchas, cabañas, quinchos y camping. Muy bueno.

Desde aquí que compartimos harto con el español y otras personas que estaban en el camping, asado, a mi me regalaron unas cervezas, una pareja que iba de salida del lugar; también salimos a recorrer la ciudad, tiene de todo. Bueno y otras cosas más que quizás por acá no sería bueno relatarlas jajaj.

Y finalmente, conocimos el Perito Moreno. Desde el mismo camping sale el bus el cual cuesta 8 mil pesos chilenos ida y vuelta, la entrada me salió gratis. Bueno, en un principio me puse a hacer dedo en una bomba de bencina que esta en El Calafate pero me fue mal. Así que a a pagar.
Kilómetros y kilómetros de glaciares.
Cada vez que se desprendía una trozo de glaciar, la gente aplaudía… por mi parte no lo podía entender. Era triste.

El Calafate – Estancia Santa Julia: El español se fue un día antes que yo, por mi parte aproveché de conocer un poco más, como el lago Viedma. Creo que aquí fue cuando cometí otro error de novato saliendo del país y sin leer las distancias, no compré la suficiente comida, y eso, me pasaría la cuenta más adelante.

Como estábamos entrando en primavera en el hemisferio sur, los días cada vez estaban más fríos, además de la lluvia que se dejaba caer cada cierto tiempo. Fue así que al salir de El Calafate, me encontré con algo de lluvia, leve, podía avanzar. Tenía pensado llegar hasta «un cuartel de policía abandonado», un lugar que era otra «luz divina», usada normalmente por motoqueros y cicloturistas.

Logré avanzar unos 40 kms, vi unos álamos a la orilla derecha del camino. Eran unas casas abandonadas, algunas sin techo. Corría un riachuelo también. Seguí pedaleando y al rato noté que ahora la lluvia era más helada y con viento era como que te atravesarán agujas en la carne. Me a orillé y me tapé con unas ramas que habían, no tuvo ni un efecto. Al mirar detrás de un pequeño montículo vi una gran nube negra que se aproximaba rauda hacia donde estaba.

Por lo anterior, decidí volver a las casas abandonadas, ese día no podría avanzar más, era una tormenta la que se aproximaba. Entonces regresé rápido, lo bueno era que el viento me apoyaba así que fue cosa de minutos para ver las casas nuevamente. Al llegar me cubrí con los álamos y un poco más abajo, en el riachuelo, veo a una pareja desarmando la carpa y subiendo a las casas. Era una pareja de mexicanos que habían pedaleado casi un año y su destino era Ushuaia.

Parlé un rato con los colegas pero la tormenta ya estaba encima de nosotros. Ellos obedientes esperaban al «Sr. Fernando» quien les abriría la puerta. No tenía idea de que Sr. me hablaban, pensé que era del «flaco con chalas». En fin. Me aproximé a una de las casas, estaba completamente cerrada pero como andaba con un alicate, comencé a cortar los alambres. Entré y llamé a los devotos que esperaban al Sr., no quisieron entrar así que dejé la puerta entre abierta por si se arrepentían. Nunca se arrepintieron así que cerré, estaba entrando agua.

Me resguardé toda la tarde noche allí, no tenía ni unas cartas para jugarme un solitario. Miraba la tormenta desde la ventana y luego exploré el lugar: era una taller mecánico abandonado. Habían piezas de motor y otras cosas botadas por todo el lugar. También hallé un baño, y lo mejor que estaba funcionando. Solo no tenía luz y mi celular se apagó.

Estancia Santa Julia – Estación de policía abandonada: Pasé una muy buena noche. Me despertó la bocina de un camión, no tenía como ver la hora pero afuera aún estaba un poco oscuro, recién amanecía. Pronto me levanté, aprendí la lección, tenían que salir rápido para no encontrarme con el viento. Y así fue. Al salir del lugar me pillé con la pareja, había pasado la noche en la carpa, la armaron al lado de la casa del «Sr. Fernando». No llegó parece.

Fue así como comencé a darle al pedal dirección Tapi Aike, el cual era un desvió de la RN40 y daba con la entrada del paso Don Guillermo hacía Chile. En el camino me encontré con muchos guanacos nuevamente, salía poco a poco el sol y el viento a eso de las 11:00 hrs comenzaba a soplar. Digo que eran las 11:00 hrs sin reloj ni otro aparato como para ver la hora, usaba una técnica de la mano que según una postura especifica se pude calcular la hora. De todo esto esta el video que tengo en Youtube, la cámara estilo Gopro era la única que le quedaba un poco de batería: https://www.youtube.com/watch?v=7IAHOkdoPrk

Pasé por varios lugares turísticos en medio de ese desierto donde solo el viento y los guanacos habitan, uno de ellos fue el mirador El Monito, luego unas pampas llenas de ñandús; Al cabo de unas horas llegué a bifurcación que da con el atajo antes mencionado. Allí había (o hay) una estación de policías, pensé que era el lugar pero no, en ese espacio habían policías argentinos, era una Comisaría vial. Pedí agua para continuar por el desvío hacia Tapi Aike.

Una vez dentro del atajo, me encuentro con el viento en todo su esplendor, en contra claro está. No podía avanzar ni nada, eran pedaleas muy forzadas. Quería comer, recordé que tenía algo de comida, y cuando meto la mano en la alforja me doy cuenta que no tenía nada, lo que había comprado o se me quedó en el taller mecánico abandonado o se me cayó en el camino. ¡Perra suerte!. Estaba pero caga´o de hambre. Paré el único camión que pasó, iba en dirección contraria, le pedí al chofer algo para comer pero no tenía nada.

Me tocó ingeniármelas y hacer una mezcla de azúcar, té y sal con un poco de agua. Era una especie de suero que de alguna manera me aportó las energías necesarias para llegar a la estación de policía abandonada. En el camino corrían muchos ñandús a mi lado, hasta pensé en comerme uno ajaj pero no podía hacer eso, debía aguantar, sabía que en esa estación algo me esperaba.

Luego de mucho rato dándole al pedal y luchando contra el viento, llegué al destino de ese día. En el interior habían un par de ciclistas y otros motoristas. Les conté lo sucedido y me ofrecieron comida. Salvé y pude descansar tranquilo. Lamento no haber tenido batería en mi celular como para retratar el momento y mi cámara Gopro también quedé sin carga. Solo tenía el cargado solar pero el sol no acompañaba mucho a eso de las 19:00 hrs.

Estación de policía abandonada – Cerro Castillo (Magallanes, Chile): Todos mis compañeros se iban destino El Calafate, por mi parte tenía que llegar a Chile, no estaba las condiciones para quedarse. Debía hacer ahora 50 kms aprox. hasta Cerro Castillo, Última Esperanza, Magallanes, Chile.

Estaba vez fue rápido el trayecto, tenía más pendiente a favor y era cosa de tiempo llegar a la frontera. El cargador solar algo me cargó la Gopro y con eso grabé la Estación Tapi Aike, donde hay una bomba de bencina y los trabajadores te cobran un porcentaje por quedarte en sus refugios.

Cuento corto: hice el trámite migratorio y en 12 kms estaba en Chile. Entre al primer negocio y compré comida y claro, una cerveza Austral.

https://elgavilanenbici.wordpress.com/wp-content/uploads/2023/03/20190307_190249.jpg?w=1024Monumento a las tribus originarias de la zona.

Cerro Castillo – Puerto Natales: Esta era una zona que tenía muchas ganas de conocer, de hecho, en mi Facebook, publiqué una foto mencionando que estaba cumpliendo un sueño, que siempre pensé que «conocería Magallanes cuando viejo». Lo estaba logrando y en bicicleta. ¡Que maravilla!.

En Puerto Natales me esperaba un amigo de Santiago, un amigo que le había enseñado la técnica del estampado en serigrafía. Él ahora era tatuador en Puerto Natales y invitaba a su casa. Así que partí. Eran unos 60 kms de pura bajada con viento lateral. En el camino vi muchos corderos siendo arriados por arrieros (valga la redundancia). Unos lagos, lagunas y campos inmensos con un cielo infinito.

https://elgavilanenbici.wordpress.com/wp-content/uploads/2023/03/screenshot_20230316_133725.jpg?w=720Y en un abrir y cerrar de ojos estaba entrando a la tierra del milodón y donde se desarrollo uno de los más grandes luchas obreras-portuarias-campesinas junto a los hermanos argentinos: Patagonia Rebelde. Investigue. https://elgavilanenbici.wordpress.com/wp-content/uploads/2023/03/fb_img_15571149337208257.jpg?w=720Como dijo un amigo por ahí: «el oso bailando ska». El perro es también un referente, perro portuario. Ojo. Pronto me junté con Manuel, el amigo que me recibió. Me quedé casi dos semanas en Natales, salimos a bares, caminamos por el lugar y claro, me llevó a conocer las Torres del Paine. https://elgavilanenbici.wordpress.com/wp-content/uploads/2023/03/fb_img_15571149253334093.jpg?w=720Desde Puerto Natales el pasaje costaba en ese momento 15.000 pesos chilenos ida y vuelta. La entrada está por Cerro Castillo al dirección oeste. Al llegar tienes que registrarte y luego tomar un transfer el cual tiene un valor de 2.500 pesos chilenos y te deja ahí, donde estoy parado en esta foto. Iba subiendo así pero el tema es que hacía tanto calor que termine llegando con ropa de verano. https://elgavilanenbici.wordpress.com/wp-content/uploads/2023/03/img-20190310-wa0010.jpg?w=768La subida son 4 hrs a ritmo lento. Nosotros subimos con Manuel y dos amigas de él tomándonos un whisky. Manuel se tiró su piquero en esas aguas gélidas y yo logré esta postal.

Luego bajamos, 3 hrs aproximadamente y mismo recorrido de vuelta. Llegamos a eso de las 20:00 hrs a Puerto Natales y directo a un bar donde atendía un ingles bastaste peculiar. Buenas parlas se dieron con el hombre al son de la Austral fría.

Puerto Natales – Morro Chico: Nos despedimos con Manuel luego de casi dos semanas. Era momento de volver a la ruta. Ahora iba bajando hacia

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